Ciudad del Vaticano. — En su primer mensaje al mundo como Papa León XIV, el nuevo líder de la Iglesia Católica sorprendió a fieles y analistas al reafirmar una posición de apertura e inclusión hacia todas las personas, incluyendo a quienes forman parte de la comunidad LGBTQ. Con un tono conciliador y esperanzador, expresó:
“Debemos buscar juntos ser una Iglesia que construye puentes y el diálogo, siempre abiertos a recibir a todos”.
Estas palabras, pronunciadas apenas horas después de su elección, no fueron improvisadas. Quienes conocen su trayectoria recuerdan que ya en 2011, cuando era conocido como cardenal Robert Prevost, se había manifestado a favor de una Iglesia más cercana y comprensiva con las personas LGBTQ, destacando la importancia de escuchar antes de juzgar y acompañar antes de excluir.
Ahora, como máxima autoridad de una institución con más de 1.300 millones de fieles en todo el mundo, sus declaraciones marcan un hito en el camino hacia una Iglesia que dialoga con realidades diversas y, hasta hace poco, consideradas tabú dentro del ámbito eclesiástico.
En aquel entonces, hace 13 años, Prevost señalaba en una entrevista:
“La Iglesia está llamada a acoger con compasión a todos los hijos de Dios. Debemos alejarnos de posturas condenatorias y avanzar hacia una pastoral de misericordia”.
Estas afirmaciones, que en su momento generaron debate interno, hoy cobran mayor fuerza bajo su liderazgo como Pontífice. Organizaciones católicas de base que trabajan por los derechos de las personas LGBTQ han celebrado el tono del nuevo Papa, considerándolo una oportunidad de renovación pastoral.
Sin embargo, sectores más conservadores dentro del clero han recibido estas señales con cautela. Algunos cardenales han recordado que la doctrina oficial de la Iglesia aún no ha cambiado y que cualquier apertura debe estar en línea con el Catecismo.
Aun así, expertos en asuntos religiosos consideran que el estilo y el lenguaje de León XIV representan un cambio de enfoque. Según el vaticanista italiano Andrea Tornielli, “no se trata solo de un discurso amable, sino de una estrategia pastoral que busca integrar sin abandonar los principios fundamentales de la fe”.
Esta visión podría implicar cambios en la manera en que se aplican las enseñanzas de la Iglesia, especialmente en lo referente a acompañamiento espiritual, acceso a sacramentos y participación plena en la vida comunitaria para personas LGBTQ.
Aunque el camino hacia una Iglesia plenamente inclusiva sigue siendo largo y complejo, León XIV parece dispuesto a recorrerlo sin cerrar puertas, invitando a todos los fieles —sin excepción— a participar en la construcción de una comunidad basada en el respeto y la dignidad humana.