La tensión entre Irán y Estados Unidos se ha intensificado tras un ataque que afectó a instalaciones nucleares clave en territorio iraní. En respuesta, el gobierno de Teherán ha emitido una advertencia contundente contra las bases militares estadounidenses en la región, advirtiendo que “todas nuestras fuerzas están en estado de máxima alerta”.
El incidente tuvo lugar luego de una serie de explosiones reportadas en complejos relacionados con el programa atómico iraní, ubicados en Natanz y otras zonas estratégicas. Aunque ninguna potencia ha reivindicado oficialmente el ataque, las autoridades iraníes han insinuado que EE. UU. o Israel podrían estar detrás de la operación.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes declaró que, si se confirma la implicación extranjera, «las consecuencias serán inmediatas y directas sobre objetivos militares enemigos». También advirtió que cualquier amenaza a su soberanía recibirá una “respuesta devastadora”.
Desde Washington, altos funcionarios han reiterado que su intención no es provocar un cambio de régimen en Irán, sino evitar que la República Islámica logre desarrollar un arma nuclear. “Nuestra meta es frenar la proliferación, no iniciar una guerra”, declaró un portavoz del Departamento de Estado.
El presidente estadounidense señaló que su gobierno se mantiene firme en los compromisos internacionales para contener la expansión nuclear, pero agregó que tomará “todas las medidas necesarias para proteger a sus aliados y personal militar desplegado en Medio Oriente”.
Este nuevo episodio se produce en un contexto de creciente desconfianza mutua. Irán ha reanudado el enriquecimiento de uranio a niveles superiores al 60 %, un paso que, según expertos del OIEA, lo acerca peligrosamente al umbral de capacidad para fabricar una bomba atómica. A su vez, EE. UU. ha reforzado su presencia en el Golfo Pérsico y en puntos sensibles como Irak y Siria.
Organismos internacionales han expresado su preocupación por la escalada, señalando que un conflicto directo entre ambos países podría tener consecuencias impredecibles en el equilibrio regional. Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU se prepara para discutir la situación en los próximos días.
Con las líneas diplomáticas prácticamente congeladas y las advertencias cruzadas en aumento, la comunidad internacional observa con atención cómo evoluciona una de las tensiones más peligrosas del momento.