La preocupación por la seguridad en La Garzota, un sector del norte de Guayaquil, ha aumentado tras una serie de robos y asaltos recientes que han dejado a sus habitantes en estado de alerta. Juan Carlos, un residente de la tercera etapa de La Garzota, compartió su experiencia traumática: durante la madrugada del 21 de septiembre, su hogar fue invadido por delincuentes armados que, bajo amenazas, amarraron a su familia para robarles.
“Me apuntaron con una pistola y me dijeron que me callara o me matarían. Juntaron a mis hijos, a mi nieto y a un sobrino en el cuarto y nos ataron las manos, tapándonos la boca. Solo querían nuestros celulares”, relató Juan Carlos en su denuncia. Este tipo de incidentes no son aislados; los vecinos han reportado un incremento de la delincuencia en la zona, especialmente debido a la escasa vigilancia policial.
Habitantes de la segunda etapa de La Garzota han notado que los delincuentes aprovechan la oscuridad de la madrugada para merodear y atacar a transeúntes. Un residente mencionó que la semana pasada hubo un tiroteo en la avenida principal como resultado de una persecución policial, subrayando la creciente inseguridad en el área. Además, dos homicidios han tenido lugar en lo que va del año: uno en un local de comidas y otro cerca de una discoteca.
La violencia en la zona ha generado un ambiente de temor. Residentes alrededor del templo chino informaron que un intento de robo ocurrió en una vivienda, pero los vecinos se percataron a tiempo y alertaron a las autoridades. Por su parte, comerciantes en el área han decidido cerrar sus negocios antes, ya que anteriormente permanecían abiertos hasta las 21:00, pero ahora cierran a las 19:00 por miedo a ser víctimas de robos.
“En la zona de fiestas no hemos tenido problemas, pero en otras calles sí. En la principal, cuando hay menos gente, los delincuentes atacan a los transeúntes, incluso han ocurrido casos de extorsión”, indicó un vecino que prefirió permanecer en el anonimato. La situación se ha vuelto aún más crítica con los apagones recientes, lo que ha aumentado las oportunidades para los ladrones.
“Con la oscuridad, hemos notado más rondas de personas buscando oportunidades para robar. La vigilancia privada es escasa, y aunque hemos instalado cámaras en nuestras casas, seguimos pidiendo a la Policía que aumenten su presencia y reestablezcan alarmas comunitarias”, comentó Sara Jiménez, una residente preocupada.
Los habitantes de La Garzota están demandando un aumento en el patrullaje de la Policía Nacional, especialmente durante las horas de la tarde y la noche, momentos en que se han observado vehículos sospechosos circulando. María Zambrano, trabajadora de la segunda etapa, enfatizó que aunque se ven patrulleros en la avenida Guillermo Pareja Rolando, los callejones internos están oscuros y desolados.
“Esto parece un barrio muerto. No hay nadie. Necesitamos ayuda. No tenemos a quién recurrir y necesitamos al menos un patrullero que esté en un punto estratégico para asistirnos en caso de emergencia”, añadió Zambrano. Otro problema que enfrentan es que muchos vecinos, aunque son víctimas de robos, no denuncian los incidentes por el temor a complicaciones burocráticas.
Los residentes sugieren retomar los programas comunitarios y mantener reuniones regulares con la Policía para crear un canal directo de comunicación. Esto permitiría que cualquier novedad en la zona se reporte de inmediato y que se tomen medidas efectivas para mejorar la seguridad en La Garzota.