La historia de La Tía Nonoy, un negocio familiar que comenzó en Esmeraldas, refleja la determinación y la resiliencia de sus fundadores, Álex Bonilla y su madre, Norma Angulo. Después de más de 16 años de esfuerzo, han logrado llevar sus bollos con “sazón esmeraldeña” a supermercados de Ecuador, un sueño que ha ido tomando forma con los años.
La aventura comenzó por necesidad, ya que el 90.84% de los emprendedores en Ecuador inicia su negocio para subsistir en un mercado laboral escaso. Norma aprendió a preparar bollos para generar ingresos básicos, mientras Álex trabajaba como barbero para ayudar en el hogar. Además, Norma vendía productos en la Universidad Estatal de Milagro, donde aspiraba a ser enfermera.
Sin embargo, fue la llegada de la pandemia de COVID-19 en 2020 lo que los llevó a retomar la venta de bollos, pero esta vez con una visión más ambiciosa: expandirse a supermercados a nivel nacional. “Decidimos ir al campo a conseguir hojas de plátano y nos dimos cuenta de que podíamos llegar a Guayaquil y otras provincias con nuestros bollos congelados”, explica Álex.
Después de trabajar en la obtención de la notificación sanitaria, lograron su objetivo en enero de 2023. En julio de ese mismo año, sus productos comenzaron a estar disponibles en Megamaxi y Supermaxi. “Hemos tenido una excelente acogida. La rotación en tiendas es constante”, señala Álex, quien subraya que, aunque el producto es accesible, la diferencia radica en su sabor.
La meta de madre e hijo es que La Tía Nonoy se convierta en una fuente de jubilación para ambos. “Queremos establecer una empresa de alimentos procesados donde nuestros bollos congelados sean el primer producto”, comenta Álex, de 32 años. Los bollos están disponibles por $3.02 en el área de congelados en tiendas de Santa Elena, Milagro, Manta y Guayaquil. Además, planean diversificar su oferta con más productos tradicionales.
Cada semana, preparan entre 15 y 20 cajas de bollos, cada una con 12 unidades, y su producto tiene una vida útil de hasta 90 días. Este esfuerzo refleja una de las motivaciones que impulsan al 90.84% de los emprendedores en el país: ganarse la vida en un contexto de escasez laboral, según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM).
Silvia Noroña, coordinadora del Laboratorio de Innovación y Emprendimiento de la Uisek, destaca que el ecosistema emprendedor en Ecuador presenta tanto oportunidades como desafíos. Si bien el entorno social y cultural es favorable, las dificultades en el acceso a financiamiento y los altos costos tecnológicos limitan el crecimiento de muchos emprendedores.
Leonardo Izquierdo, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), resalta la importancia de la educación emprendedora. “Es crucial que los emprendedores aprendan a desarrollar habilidades antes de salir al mercado”, afirma.
El GEM reporta que Ecuador tiene una tasa de actividad emprendedora temprana (TEA) del 32.7%, lo que equivale a alrededor de 3.3 millones de personas involucradas en la creación de negocios.
Ambos expertos coinciden en que el emprendimiento no solo debe ser visto como una actividad de supervivencia, sino como una experiencia valiosa que proporciona habilidades transferibles al ámbito laboral. Para aquellos que desean emprender, Noroña y Izquierdo ofrecen consejos clave: desarrollar habilidades de liderazgo y resiliencia, empatizar con los clientes, adaptarse al entorno cambiante y buscar redes de apoyo.
La historia de La Tía Nonoy no solo es un testimonio de superación personal, sino un ejemplo inspirador de cómo la perseverancia puede abrir puertas en el mundo empresarial ecuatoriano.

