José Malavé es un padre soltero que ha asumido el reto de criar a su hija Fernanda con amor y dedicación absoluta. Desde el nacimiento de su pequeña, José ha estado presente las 24 horas del día, los siete días de la semana, y no piensa dejar que la rutina ni las dificultades disminuyan ese compromiso. A diferencia de otros padres, decidió no seguir el trámite formal de la manutención, porque para él, lo más valioso es estar al lado de su hija y verla crecer cada día.
La relación entre José y Fernanda está llena de momentos alegres y juegos espontáneos. “Nos perseguimos por la casa, jugamos a las escondidas y hacemos mil cosas que ella misma inventa”, comenta con una sonrisa. Para él, ser padre va mucho más allá de las responsabilidades económicas; se trata de construir una conexión emocional fuerte y una presencia constante en la vida de su hija.
Criar a un hijo como padre soltero puede presentar múltiples desafíos, desde la gestión del tiempo hasta el manejo del estrés y la organización del hogar. Sin embargo, José afirma que el amor y el compromiso son la clave para superar cada obstáculo. “He aprendido a ser fuerte y paciente. Cada día con Fernanda es un regalo que valoro inmensamente”, expresa.
Este caso refleja una realidad creciente en Ecuador y otros países, donde más padres están asumiendo roles tradicionales de madres en la crianza y educación de los hijos. Según estudios recientes, el número de hogares encabezados por padres solteros ha aumentado, y con ello, la necesidad de apoyo social y políticas que reconozcan esta dinámica familiar.
José también destaca que la decisión de no tramitar la manutención formal no significa descuidar las necesidades materiales de su hija, sino que ambos, él y la madre de Fernanda, mantienen una comunicación sana para asegurar su bienestar integral. “Nos enfocamos en lo que es mejor para ella, y eso incluye amor, estabilidad y respeto”, concluye.
Este relato es un ejemplo de cómo, pese a las adversidades, la paternidad responsable y amorosa puede transformar vidas y crear vínculos inquebrantables, demostrando que ser un padre presente es tan vital como cualquier otro apoyo.
