Un prolífico periodista enamorado de Brasil y un aliado de los indígenas, así describen respectivamente a Dom Phillips y Bruno Pereira algunos de quienes los conocieron.
Ambos hombres, un periodista británico el primero y un indigenista brasileño el segundo, desaparecieron en una zona remota de la selva amazónica en Brasil el 5 de junio.
Y tras buscarlos durante 10 días, la policía de Brasil anunció este miércoles 15 de junio, que uno de los detenidos en relación a la desaparición, Amarildo da Costa de Olivera, había dado detalles de cómo habían sido asesinados y que llevó a las autoridades a un punto donde se encontraron dos cadáveres.
La operación de búsqueda de Philips y Pereira había sido criticada por organizaciones no gubernamentales y algunos familiares de los desaparecidos, quienes se quejaron de la demora en el despliegue de las fuerzas armadas.
Fue a medida que crecía el escándalo por la desaparición que se fueron incorporando al operativo la policía, al ejército y a la marina de Brasil.
Dom Philips.
«A diferencia de muchos periodistas, Dom no tenía opiniones acerca de todo, por lo menos no en voz alta. Siempre parecía estar más calmado que todo el mundo», describe a Phillips su amigo y colega Andrew Downie en un texto para la BBC.

Dom Phillips tuvo una carrera prolífica. A sus 57 años, había sido corresponsal de medios de renombre comoT he Guardian, The Washington Post y Financial Times.
Llegó a Brasil en 2007 en busca de material para su primer libro, una mirada íntima al mundo de la música electrónica a través de sus protagonistas, los DJs.
«Se enamoró de Brasil y cuando terminó el libro, se quedó. Brasil era su lienzo en blanco, como lo había sido para muchos inmigrantes que lo antecedieron, y Dom estaba listo para comenzar a pintar una nueva vida», dice Downie.
Al momento de su desaparición, estaba escribiendo un libro sobre desarrollo sostenible. Para eso había acudido a Pereira, un experto indigenista al que había conocido un año antes en la misma región en la que se les perdería la pista.
Bruno Pereira.
En el valle del Yavari, el área en la que desaparecieron Phillips y Pereira, viven más de 20 grupos indígenas. Muchos de ellos nunca han tenido contacto con seres humanos externos a sus tribus.
En la zona también convergen grupos armados que se financian con el narcotráfico, la minería y tala ilegal, debido a su cercanía con las fronteras con Colombia y Perú.
Es una zona que Pereira conocía «como la palma de su mano», dice Downie.

Había sido su área de trabajo durante años, mientras ejerció el cargo de director de la División de Pueblos Indígenas Aislados del FUNAI.
Sin embargo, con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país, empezaron los recortes presupuestales a organizaciones de este tipo y Bruno abandonó la entidad.
Desde 2018 trabajaba de manera independiente en el área, ayudando a los pueblos indígenas en su lucha por la protección ambiental y de su integridad cultural.

Esto lo había convertido en objetivo de amenazas de grupos armados que operan en la zona y que podrían ser afectados por las propuestas ambientalistas de las comunidades.
Fue en ese momento que conoció a Phillips.
A ambos se les perdió la pista cuando regresaban por el río a la capital del estado, Atalaia. Se les vio vivos por última vez en una comunidad ribereña, río arriba de Atalaia.
Fuente: BBC