En un mundo cada vez más urbano y tecnológico, el ser humano busca volver a sus raíces. La biofilia, ese amor innato por la naturaleza, se ha convertido en una tendencia clave dentro de la arquitectura y el diseño de interiores. Este enfoque, conocido como diseño biofílico, propone integrar elementos naturales en los espacios construidos con el fin de mejorar el bienestar, la salud mental y la productividad.
El arquitecto Patricio Cabal y el diseñador de interiores Miguel Suárez coinciden en que esta corriente va más allá de lo estético: es una necesidad emocional y fisiológica para quienes viven rodeados de cemento, ruido y pantallas.
Una conexión necesaria con lo natural
“La biofilia es ese vínculo innato que tenemos con lo natural; una relación que, aunque parezca olvidada, sigue influyendo positivamente en nosotros”, explica Cabal. Para el arquitecto, incluso una mínima presencia de naturaleza en interiores puede reducir el estrés, mejorar la concentración y fortalecer la salud física y emocional.
Cabal destaca estudios realizados en universidades de Estados Unidos que demuestran cómo la incorporación de elementos naturales puede incrementar la productividad laboral, mejorar el rendimiento académico y acelerar la recuperación de pacientes hospitalizados.
“No se trata solo de poner una planta en una esquina, sino de diseñar un espacio que nos haga sentir parte del entorno natural”, enfatiza.
Los tres principios del diseño biofílico
Cabal resume este enfoque en tres principios esenciales que ayudan a crear espacios más saludables y armoniosos:
- Naturaleza en el espacio: consiste en incorporar elementos tangibles de la naturaleza, como plantas, agua, luz natural o sonidos ambientales. “Lo que escuchas y hueles tiene un impacto directo en el sistema nervioso, ayudando a reducir la tensión y mejorar el estado de ánimo”, señala el arquitecto.
- Analogías naturales: busca reproducir en el diseño formas, patrones y texturas inspiradas en la naturaleza, como curvas orgánicas, motivos de hojas o materiales que evoquen madera y piedra. “Estas analogías generan una sensación de familiaridad y bienestar”, añade.
- Naturaleza del espacio: se basa en recrear ecosistemas naturales dentro del entorno construido. “Nos sentimos más cómodos en espacios con puntos de perspectiva y refugio, como en un bosque donde hay panoramas y zonas misteriosas que invitan a explorar”, explica Cabal.
Una experiencia sensorial y emocional
El diseño biofílico, afirma Cabal, estimula todos los sentidos y despierta memorias emocionales. El olor de una flor, la textura de la madera o la luz natural que atraviesa una cortina pueden evocar experiencias de calma y conexión con la tierra. “Somos como esponjas; absorbemos las sensaciones del entorno, y un espacio bien diseñado puede transformar nuestro estado de ánimo”, afirma.
Más allá de una tendencia: una necesidad
Para Miguel Suárez, la biofilia no es una moda, sino una respuesta necesaria al ritmo urbano actual. “Vivimos rodeados de concreto y tecnología. El diseño biofílico es una manera de volver a nuestra esencia”, sostiene.
Sus proyectos se centran en crear espacios funcionales, estéticos y sostenibles que integren materiales naturales como madera reciclada, piedra y plantas de bajo mantenimiento. “El reto está en equilibrar la belleza con la funcionalidad. Pequeños cambios, como agregar una fuente de agua o aprovechar la luz natural, pueden marcar una gran diferencia”, comenta.
El diseñador relata un proyecto en el que aplicó estos principios en una residencia urbana: “Los clientes querían un ambiente moderno, pero con conexión a la naturaleza. Utilizamos paneles de madera, una fuente interior y una paleta de tonos tierra. El resultado fue un espacio que transmitía calma, incluso en medio de la ciudad”.
El futuro del diseño biofílico
Cabal y Suárez coinciden en que el futuro de esta corriente se orienta hacia el uso de materiales inteligentes y sostenibles que interactúen con el entorno. Cabal prevé la creación de espacios “que no solo imiten la naturaleza, sino que se adapten dinámicamente a las necesidades humanas, regulando luz, temperatura y sonido de forma natural”.
Suárez complementa que la tecnología será una aliada esencial: “Pronto veremos materiales que respondan a los cambios de luz o paneles que optimicen la temperatura de manera ecológica. Es el siguiente paso para lograr una convivencia real entre arquitectura y naturaleza”.
El diseño biofílico no solo transforma los espacios, sino también la forma en que habitamos el mundo. Es un recordatorio de que volver a la naturaleza es, en realidad, volver a nosotros mismos.

