Son 1.400 jóvenes que pretenden llegar a todos los centros carcelarios del país hasta fines de este año. Es el primer grupo de aspirantes que se conforma después de casi seis años sin tener cursos de formación.
La grave crisis carcelaria, que ha cobrado la vida de más de 400 presos en dos años, ha generado que el Gobierno abra esta oportunidad de forma urgente. La falta de una escuela penitenciaria y de especialistas en este campo ha obligado al Estado a recurrir a la Policía para que se encargue de la formación de los aspirantes.
Los cinco meses de curso se realizarán en las instalaciones de la escuela de policías José Castillo, en Tambillo (Mejía). Los instructores de los aspirantes también son agentes policiales. Y para su capacitación se ha diseñado una malla curricular que está compuesta de tres niveles.
Los aspirantes tienen una edad promedio entre 18 y 24 años. No tienen antecedentes penales y para evitar que sean captados por las mafias deberán pasar exámenes de polígrafo y psicológicos.
La primera fase se prevé que dure entre uno y dos meses. La segunda etapa llamada intermedia tiene el objetivo de instruir a los nuevos guías en materias relacionadas a la seguridad carcelaria, defensa personal y legislación nacional. La idea es que los aspirantes cuando se gradúen tengan las herramientas y destrezas suficientes para controlar conflictos en el interior de los 36 centros penitenciarios del país.
El tercer nivel se compone de prácticas profesionales. No se detalla aún cómo se realizarán estas. Según el Servicio de Atención a Privados de la Libertad (SNAI), serán trasladados a los centros para aplicar la teoría.
Su primer contacto con las cárcelesserá a través de la teoría, sobre todo, en materia de derechos humanos y psicología. Además, se deberán ambientar a un régimen disciplinario similar al que tienen los aspirantes a policías y militares. De allí que se eligieron esas instalaciones para su preparación.
Según la Comandancia de la Policía, estos procesos son exigentes y por eso para elegir a los 1.400 aspirantes se realizaron pruebas físicas, médicas, teóricas y psicológicas. Similares requisitos se realizan actualmente para agentes y militares.
Derechos Humanos.
La idea es que los jóvenes ejerzan sus funciones, a través del respeto a la dignidad humana. Así se evitará que existan conductas, en particular de tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Los instructores serán especialistas en las ramas mencionadas.
Seguridad y vigilancia.
Los nuevos guías carcelarios tendrán conocimientos de técnicas de patrullaje y detección de alertas. Además, deberán conocer cómo se realizan las rondas, requisas y operativos de control dentro y fuera de los penales. También serán instruidos en manejo de tecnología como cámaras de videovigilancia y otros equipos como escáneres e inhibidores.
Manejo de conflictos.
En los centros carcelarios existen tensiones generadas por malas condiciones de vida y hacinamiento. Esos factores suelen desencadenar disputas y masacres. Los aspirantes recibirán módulos para que se puedan comunicar con los detenidos y no se llegue a esos extremos.
Normativa.
Los nuevos guías recibirán clases de políticas y legislación nacional. Parte de esta formación les ayudará a denunciar delitos o infracciones que cometan los privados de libertad en los centros para que esos hechos no queden en la impunidad.
Defensa personal.
Instructores de la Policía les enseñarán tácticas para neutralizar a detenidos violentos o que amenazan la vida de otras personas. En esta capacitación aprenderán el uso de armas no letales como toletes, gas pimienta, entre otros. También aprenderán a disparar armas de fuego.