Las inundaciones en Valencia, España, han dejado una huella profunda en la ciudad. Más de una semana después del desastre, la ciudad sigue luchando por recuperar la normalidad. Decenas de vehículos están apilados en las calles inundadas, y miles de escombros aún son retirados por brigadas de voluntarios que trabajan incansablemente para encontrar a los desaparecidos y brindar algo de consuelo a quienes lo han perdido todo.
Entre los que han decidido ayudar está Virginia Alvarado, una ecuatoriana que, tras haber llegado a España hace menos de un año, se ha volcado en la ardua labor de voluntaria. Alvarado, de 33 años y originaria de Guayaquil, vivió el desastre en carne propia y ahora, con determinación, dedica su tiempo a colaborar en la limpieza y a devolver las pocas pertenencias recuperables a los afectados por el desastre.
La angustia del desastre: «Ni siquiera nos mandaron una alerta»
El 29 de octubre, el fenómeno meteorológico que azotó Valencia con lluvias torrenciales y vientos fuertes desbordó los cauces del río y provocó el caos. Virginia recuerda con angustia aquel día, cuando las aguas comenzaron a subir rápidamente, sorprendiendo a los residentes sin previo aviso.
«Ni siquiera nos mandaron una alerta, la alerta sonó cuando ya teníamos el agua prácticamente a dos metros», comentó Alvarado, quien en ese momento se encontraba en su casa en el sector de Alfafar Parque Alcosa. Aunque la Agencia Estatal de Meteorología de España había advertido sobre el fenómeno climático con días de antelación, la alerta de emergencia solo llegó a los teléfonos móviles de los habitantes a las 20:12 horas, cuando muchos ya regresaban a casa después de su jornada laboral.
«Pensamos que iba a ser algo leve, no íbamos a imaginar que sería de esa magnitud», relató Virginia. En medio de la confusión, su hermana intentó regresar a casa, pero las autoridades bloqueaban el acceso a la zona. «En menos de cinco minutos ya tenía el agua por encima de la cintura. Gracias a unas vecinas que le abrieron la puerta, mi hermana se salvó», recordó.
La situación se tornó cada vez más desesperante. Mientras la corriente arrastraba todo a su paso, incluidos vehículos, caravanas y animales, Virginia observaba impotente desde su casa, sin poder ayudar a quienes se encontraban atrapados. «Vimos a gente pidiendo ayuda, pero era imposible meterse, la corriente era tan fuerte que no podíamos hacer nada», dijo.
El trabajo de voluntariado: «Queríamos venir a ayudar a la gente que lo ha perdido todo»
Al día siguiente de la tragedia, Virginia se sumó al grupo de voluntarios que, organizados por su empresa, comenzaron a limpiar las calles y edificios afectados. El panorama que encontró era devastador. «He conocido a muchas personas que lo han perdido todo: sus casas, sus coches, sus muebles. Han perdido vidas, porque hubo personas mayores que no pudieron salir de sus casas», dijo Alvarado. La cifra oficial de muertes en Valencia es de 211, pero la voluntaria ecuatoriana cree que la cifra real es mucho mayor, ya que todavía hay decenas de desaparecidos.
La labor de los voluntarios es incansable, aunque las condiciones no son fáciles. «El fango y el lodo llegaban hasta la pantorrilla, te hundías en cada paso», relató. La magnitud del desastre no solo es física, sino también emocional. Virginia admite que el impacto psicológico ha sido profundo, sobre todo al encontrarse con escenas de desesperación y sufrimiento.
«Es difícil describir lo que se siente en esas circunstancias. Estás ayudando, pero sabes que lo que más necesitan las personas es recuperar lo poco que tienen, limpiar sus casas, sacar sus muebles, todo lo que puedan salvar», comentó.
Sin embargo, en medio del dolor, hay un propósito común. «Tienes que tener una fuerza increíble para hacer esto. Te encuentras con todo tipo de cosas. A veces encuentras animales muertos, a veces personas ahogadas», dijo, visiblemente conmovida.
Un esfuerzo colectivo en medio de la tragedia
Desde el 2 de noviembre, el Gobierno de España desplegó a 20,000 agentes de policía y militares en la Comunidad Valenciana para apoyar las labores de rescate y limpieza. El trabajo de los voluntarios sigue siendo esencial, ya que las brigadas continúan retirando escombros, buscando sobrevivientes y haciendo todo lo posible por restaurar la normalidad en las zonas afectadas.
El compromiso de personas como Virginia Alvarado, quienes, a pesar del dolor, eligen ayudar, es una muestra de solidaridad y esperanza en medio de una de las peores tragedias que ha vivido Valencia en las últimas décadas.

