Mohamed Hamdan Dagolo, conocido como Hemedti, se ha consolidado como uno de los actores más poderosos en la política y el conflicto militar de Sudán, liderando las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) que actualmente controlan casi la mitad del país. Su más reciente victoria fue la toma de El Fasher, último bastión del ejército sudanés en la región de Darfur, consolidando su influencia en el oeste del Nilo.
Temido por sus enemigos y admirado por sus seguidores, Hemedti se ha forjado una reputación de tenacidad y determinación, prometiendo acabar con un Estado percibido como desacreditado. Nacido entre 1974 y 1975 en la comunidad Rizeigat, su familia se dedicaba a la crianza de camellos y migró desde Chad a Darfur buscando mejores oportunidades. Tras abandonar la escuela, comenzó su carrera comercial vendiendo camellos y oro en Libia y Egipto, en un Darfur prácticamente sin control estatal durante el mandato de Omar al Bashir.
Su trayectoria militar comenzó con las milicias árabes Janjaweed, involucradas en ataques a poblaciones Fur, Masalit y Zaghawa. Estas acciones violentas, incluyendo asesinatos masivos y saqueos, fueron documentadas por investigaciones internacionales y llevaron a acusaciones de genocidio ante la Corte Penal Internacional (CPI). Aunque Hemedti no fue formalmente acusado, su unidad participó en episodios como la masacre de Adwa en 2004, donde murieron 126 personas, incluidos 36 menores.
Tras consolidar su influencia militar, Hemedti transformó su poder en un imperio económico y político. Tomó control de la mina de oro artesanal más grande de Darfur, Jebel Amir, y su empresa familiar, Al Gunaid, se convirtió en principal exportadora de oro en Sudán. En 2013, formalizó su liderazgo al frente de las RSF, que absorbieron las milicias Janjaweed y recibieron equipamiento, vehículos y apoyo oficial del ejército.
A lo largo de los años, Hemedti también estableció alianzas internacionales, incluyendo acuerdos privados con Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y el grupo ruso Wagner, proporcionando mercenarios a cambio de entrenamiento y beneficios comerciales. Esta relación reforzó su posición política y militar, ampliando su red de influencia en conflictos regionales, incluyendo Yemen y la vigilancia de fronteras hacia Libia.
Sin embargo, su ascenso ha estado marcado por violencia y represión interna. Durante las protestas de 2019, las RSF participaron en asesinatos, violaciones y ataques a civiles, acciones que Hemedti niega. A pesar de acuerdos de coexistencia entre civiles y militares, consolidó su poder mediante golpes de Estado fallidos y enfrentamientos con el ejército, culminando en la ocupación de bases clave y del Palacio Nacional en Jartum en 2023.
Actualmente, las RSF cuentan con armas modernas, incluidos drones, que fueron fundamentales para capturar El Fasher y consolidar su control en el oeste de Sudán. Hemedti también ha creado un Gobierno de Paz y Unidad paralelo, posicionándose como líder político mientras sus tropas continúan enfrentamientos y operaciones militares en varias regiones, incluida Darfur, donde Naciones Unidas estima cerca de 15.000 civiles muertos.
A pesar de las denuncias de violaciones de derechos humanos y saqueos masivos, Hemedti mantiene su imperio militar y comercial, actuando con aparente impunidad y consolidando su influencia política y territorial en Sudán. Su figura refleja la combinación de oportunismo, estrategia militar y control económico que lo ha convertido en un actor decisivo en el escenario sudanés.

